Los consejos de Jaume I a Alfonso X el Sabio

Jaume I - Cantigas de Santa María
Jaume I - Cantigas de Santa María
Jaume I - Cantigas de Santa MaríaAlfonso X y su corte - Cantigas de Santa MaríaRetrato de Jaume I -Gonçal Peris

A pesar de los enfrentamientos iniciales, Alfonso X el Sabio obtuvo la leal ayuda de su suegro Jaume I.

Jaume I y Alfonso X el Sabio tuvieron enfrentamientos iniciales por temas fronterizos, que culminaron en los acuerdos del tratado de Almizra. Casado con Violante, hija del Conquistador, recibió a partir de entonces, ayuda leal por parte de su suegro en las situaciones de apuro con los moros. No en vano conquistó varias ciudades al sur de la frontera valenciana a beneficio de Castilla: ElcheOrihuela y Murcia.

Pasando unos días en Tarazona, Jaume I le instó a gobernar siguiendo las siguientes recomendaciones:

"La permanencia de dicho rey en tal punto con Nos fue de siete días, y en ellos le dimos siete consejos para que los adoptase en sus negocios. Fue el primer consejo, que cuando hubiese dado palabra a alguno, que de todos modos la cumpliese, pues valía mas sentir la vergüenza de decir no al que pidiese, que sufrir luego el dolor de no poder cumplir lo prometido.

Otro consejo fue el de que, antes de hacer con otro escritura o entregársela, mirase bien primero lo que se quería hacer y lo que no.

El tercer consejo fue que procurase conservar toda su gente en su poder, pues era regular y convenía a cualquier rey el saber conservar con amor y captándose su beneplácito toda la gente que Dios le había encomendado.

Fue el cuarto consejo, que si alguna gente debiese conservar, cuando no le fuese posible hacerlo con toda, conservase al menos a dos clases, la iglesia y los pueblos y ciudades de la tierra; pues ésta es la gente que Dios ama más que a los caballeros, porque los caballeros son los que más presto se levantan contra señorío que ningún otro. Bueno seria, le añadimos, que lo conservase todo, si fuese posible; más cuando no, que retuviese las dos clases que hemos citado, pues con ellas destruiría a los demás.

El quinto consejo fue decirle, que ya que Dios le había dado Murcia y Nos con nuestro Señor le habíamos ayudado a tomarla y a ganarla, que hiciese guardar los convenios que Nos habíamos hecho con sus pobladores…

Dijímosle además que en ningún tiempo valdría nada Murcia, si no se hacia una cosa, la que le explicamos de esta manera: - Lo que debéis hacer es, que queden en la ciudad cien hombres de valor que os sepan dar la acogida que os competa cuando vos vayáis allá; y además, que estos cien hombres vivan allí con suficiente patrimonio…

El último consejo fue que no hiciese justicia a escondidas, porque no era propio de un rey obrar de tal modo en su casa".

(Crónica, cap. 498)

 

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