La batalla de Santa Ponça

Coll de sa Batalla, donde tuvo lugar la batalla de Santa Ponça
Coll de sa Batalla, donde tuvo lugar la batalla de Santa Ponça
Coll de sa Batalla, donde tuvo lugar la batalla de Santa PonçaColl de sa Batalla, donde tuvo lugar la batalla de Santa Ponça

Enfrentamiento decisivo para el avance hacia la ciudad de Mallorca.

El ejército de Jaume i, que ha logrado desembarcar con éxito en la playa de Santa Ponça, se enfrenta al primer obstáculo para conquistar la ciudad de Mallorca.

El valí de la isla, Abu Yahya, ha organizado sus tropas en la sierra de Porto Pí para cortar el paso al monarca cristiano y derrotarlo antes de llegar a la capital.

Han pasado dos días desde el asentamiento de las tropas en la playa y el miércoles, 12 de septiembre de 1229, tendrá lugar un enfrentamiento de vital importancia para lograr el asedio de Madina Mayurqa: la batalla de Santa Ponça.

Porto Pí (actual Na Burguesa) es una cadena montañosa de poca altitud pero de parajes agrestes, con vaguadas y lomas de difícil acceso. Un terreno desconocido para los cristianos que conviene defender. El combate tendrá lugar en la actual zona del Coll de sa Batalla, a caballo entre las colinas del Puig d'en Saragossa, Puig de sa Ginesta y Puig del Rey.

Las horas previas

La noche del martes, el rey, alertado por las tropas cristianas fondeadas en sa Porrasa de la llegada de los sarracenos, se prepara para la batalla. Al alba, un sermón del obispo de Barcelona, Berenguer de Palou, cercano a la arenga, y una misa son los nutrientes espirituales necesarios para la lucha. El obispo garantiza el paraíso y la gloria para aquellos que mueran en combate, honor y prestigio para los que salgan vivos y la protección divina para obtener la victoria. Tras el oficio religioso sólo comulga Guillem de Montcada, el héroe de la batalla que está a punto de empezar. Los demás lo habían hecho antes de que la flota zarpara de Salou.

Tras una discusión entre Nunó Sanç y Guillem de Montcada, acerca de quién debe tomar la delantera, es éste último quien acaba al frente de los primeros contingentes. En la retaguardia permanecerá don Nunó. El encontronazo pone de manifiesto las viejas heridas sin cicatrizar entre los Montcada y el conde del Rosellón. El rey, protegido por las huestes, deberá liderar la operación militar.

Primeros movimientos de los Montcada

Los peones de los Montcada protagonizan los primeros movimientos. Avanzan hacia una colina controlada por los musulmanes pero son rechazados con contundencia y huyen a la desbandada.

Jaime I, testigo de la situación, reagrupa a los peones y a los caballeros, que vuelven a la carga a las órdenes de don Guillem.

Abu Yahya, informado de la retirada de los cristianos, decide tomar posiciones en una espacio elevado, con buena visión sobre el campo de batalla. El valí mantiene plena confianza en la victoria. “Desmontó y vistiendo la loriga y el almófar, envainó la espada, que se puso en bandolera, y clavó la lanza en tierra, acomodándose entre los soldados de a pie y dando una imagen de absoluta confianza en si mismo” (Crónica árabe).

El enfrentamiento es intenso. En las embestidas, tres veces ganan los cristianos y tres los musulmanes. 

El conde de Ampurias y los templarios se han ocupado de atacar el campamento musulmán, situado en el centro, mientras que los Montcada se han dirigido hacia una colina de la izquierda, donde se han pertrechado los musulmanes, en la zona donde actualmente se sitúa la capilla de la Piedra Sagrada.

El monarca ha quedado en una posición comprometida. El conde Nunó, que controla la retaguardia, no aparece con sus tropas, dejandolo sin protección. El motivo de la tardanza desvela el carácter displiciente de su tío. Ha decido alimentarse debidamente antes de la batalla, retrasando su llegada al frente.

Muerte de los Montcada

Los Montcada, con las huestes organizadas, se encaminan hacia un monte que domina la zona, un punto estratégico de gran importancia. Guillem consigue hacerse con la posición, pero los moros tratan de recuperar la plaza.

La batalla entre los musulmanes que suben y los cristianos que bajan para defender deja expuestos y aislados a Guillem y otro caballero que le acompaña (por la Crónica de Jaume I sabemos que es Guillem de Mediona)

Un grupo de sarracenos aprovecha la lucha y la confusión para subir hacia la cima del monte y rodear a los dos nobles, que no pueden escapar a causa de la pendiente y del gran número de rocas que dificultan la fuga. En la dureza de la batalla, Guillem de Montcada sufre una herida que le secciona un pie, el caballo es derribado y el noble muere rematado en el suelo. Su acompañante aprovecha la confusión y consigue escapar.

Su primo, Ramon, sufre igual destino. En primera línea de batalla, su caballo tropieza, cae a tierra y es rematadio por los sarracenos.

La crónica musulmana cuenta como “los cristianos referían que, antes de entrar en la isla… (el propio Ramon) había vaticinado que moriría en la batalla decisiva para su conquista y que, después, los cristianos se adueñarían del territorio. Con este móvil guerreó al frente de su mesnada y se lanzó con los mejores de los suyos”.

La batalla final

La pugna entre Jaume I y Abu Yahya sigue su curso. El monarca tiene que hacer frente a una nueva desbandada de los peones de Nunó Sanç, que consigue reorganizar, y aprovecha la llegada de más de un centenar de caballeros aragoneses de la mesnada real para asestar un arriesgado y definitivo golpe.

Aunque la caballería almohade cuenta con jinetes experimentados, el grueso de la infantería está compuesto por campesinos reclutados por el valí, sin experiencia en el combate. Las fuerzas cristianas acaban derrotando a los musulmanes.

"Todo aquel que había escalado el cerro no permaneció allí, ni siquiera para procurarse un descanso. Por el contrario descendió desertando y procurando alejarse de aquellos andurriales…". Los cristianos “hostigaron a los musulmanes a lo largo de la estrada que conducía a la ciudad” (Crónica árabe).

La intención de Jaume  I es seguir avanzando hacia la capital, pero el cansancio general recomienda el reposo y el recuento de pérdidas. El rey no ha comido en todo el día y reposta en la tienda de Oliver de Thermens. Un "ben dinat" que, según la tradición, puso nombre a la futura alquería de Bendinat, levantada en las inmediaciones (si bien hoy en día se atribuye una etimología árabe al topónimo "Bendinat").

Jaume I recibe de boca del obispo de Barcelona, Berenguer de Palou, la noticia de la muerte de los Montcada. El rey llora la pérdida de los mejores nobles de Catalunya y establece su campamento en la sierra de Porto Pí, junto a un arroyo.

Durante la noche, los cuerpos de los Montcada son velados tendiendo telas, a modo de pantalla, para que la ceremonia no pueda reconocerse desde los muros de la ciudad. Al día siguiente los nobles son enterrados al lado de un gran pino. Una mezcla de leyenda y tradición acabó rescatando el lugar como centro de conmemoración histórica.

 

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