Rutas Jaume I

Iglesia arciprestal San Bartolomé

Los orígenes de Nules se remontan a la repoblación que se produjo tras la conquista del castillo de Nules (actualmente en La Vilavella) por parte de Jaume I, en 1238.
Una vez consolidado el dominio cristiano, los habitantes de la fortaleza decidieron establecerse en el llano, mucho más fértil, fundando la población actual, según la carta puebla otorgada en 1254.

Aunque el primer señor de la zona fue Guillém de Montcada, el desarrollo y la expansión de la ciudad están ligados a la familia Centelles que compró la propiedad en 1316. Pedro IV el Ceremonioso autorizó en 1375 la construcción de una potente muralla con 22 torreones, estructura que sobrevivió hasta el siglo XIX.

Convertida Nules en Baronía y más tarde en marquesado, gozó de los favores de la Corona, pasando a ser Villa Real en tiempos de Felipe II. Con la expulsión de los moros, en 1609, la ciudad perdió un tercio de la población.

La crónica de Jaume I

"En vista de tal contestación, dijéronnos entonces, que harían la entrega, pero que les diésemos permiso para que todos saliesen , llevando consigo cuanta ropa pudiesen sacar; que les otorgáramos cinco días para poder arreglar sus cosas, finidos los cuales efectuarían lo prometido; que se les condujera hasta a Nules, esperando que no faltaríamos a lo que les prometiéramos para tal salvoconducto; y finalmente, que pudiesen llegar a aquella población seguros y sin atropello alguno. A todo esto respondimos que resolveríamos lo que seria conveniente".
(Crónica, cap. 177).

"Llegonos al día siguiente un mensaje de Uxó, Nules y Castro, diciéndonos que si queríamos hacer bien a los de tales poblaciones, nos entregarían sus castillos, pues la toma de Almenara les hacia conocer que era voluntad de Dios el que Nos tuviésemos aquella tierra".
(Crónica, cap. 249).

"Fuimos después a avistarnos con los de Nules, llevando preparado lo necesario para nuestra comida, porque queríamos que nos acompañasen en ella los sarracenos, para no tratar con ellos hasta que los manjares y el vino les hubiesen calentado la cabeza. Así se hizo; y habiéndoles firmado escritura con la cual nos obligamos a darles mil entre ovejas y cabras, cincuenta vacas, vestidos para veinte de los suyos, y dos caballerías, nos encaminamos juntos al castillo; y hecha la entrega, dejamos allí nuestro alcaide, nuestros hombres y el correspondiente presidio, lo mismo que en las otras fortalezas que se nos habían entregado". (Crónica, cap. 252).