La belleza y el cuidado del cuerpo

Ofrenda del corazón (tapiz,siglo XV)
Ofrenda del corazón (tapiz,siglo XV)
Ofrenda del corazón (tapiz,siglo XV)Peine (museo de Molina de Aragón)Jardín del amor (miniatura, siglo XV)María en el huerto (anónimo, siglo XV)

En los siglos XIV y XV la delgadez, la tez blanca, las mejillas sonrosadas y los cabellos rubios eran los referentes de la belleza.

El uso de técnicas de embellecimiento personal era muy frecuente en la sociedad del siglo XIII. Prácticas como depilarse, pintarse los labios, maquillarse los ojos o cuidar las uñas, formaban parte del cuidado femenino. El perfume habitual de la época, el "mosquet" estaba compuesto por amizcles, aunque también se usaban los aromas de aloe y ámbar.

En los siglos XIV y XV el ideal de belleza femenina era representado por la delgadez, la tez blanca, las mejillas sonrosadas, las cejas arqueadas y negras y los cabellos rubios. La mujer casada tendía a llevar el cabello recogido mientras que la soltera desplegaba su melena. Era también habitual tintarse el pelo (con amizcle) o usar pelucas. La variedad de técnicas utilizadas se puede ilustrar con los siguientes ejemplos, la mayoría extraídos de escritos médicos:

"Para dejar rubio el cabello usar el azafrán, para evitar su caída la sangre de murciélago, para darle volumen, la caña de azúcar cocida en lejía"

Uno de los remedios para que dejase de crecer el cabello se recomendaba en "Manual de mujeres en el cual se contienen muchas y diversas recetas muy buenas”, texto anónimo publicado en el siglo XVI.

El consejo era el siguiente: “El zumo de limas batido con claras de huevos. Recién pelado el vello, ponerlo encima y polvorizarlo con polvos de jengibre. A tres o cuatro veces que se haga no tornará a nacer más”.

El oscurecimiento de las cejas podía obtenerse mediante el empleo de bellotas y de cuero quemado, utilizando maquillaje oscuro también en pestañas. Los labios se pintaban en rojo y los ojos se ennegrecían con antimonio y carbón en polvo.

Para el tratamiento de la piel funcionaba la mezcla de aceite de almendra y miel. El zumo de limón edulcorado con azúcar quemada era un buen remedio para las manos.

Una máscara de belleza se podía hacer según una sencilla fórmula del siglo XIV consistente en desleír en leche de harina de guisantes, habas, avena, almendras peladas y semillas de rábano en proporciones idénticas.

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