Los locos
El padre Juan Gilabert Jofré funda en València el primer manicomio de acogida y tratamiento de enfermos mentales.
La España musulmana tuvo una especial atención por las personas dementes, los locos, donde hubo hospitales especiales para cuidarlos y atenderlos. Con la conquista cristiana, en cambio, este colectivo quedó desprotegido y al amparo de la calle. A la mayoría de éstos se les cortaba el pelo para hacer efectiva la creencia de que en el cabello residía la vitalidad del individuo y amortiguar así sus conductas socialmente incorrectas.
El manicomio europeo más antiguo del que tenemos noticia es el de Bethlem, que se fundó en Londres en 1247 y que inicialmente albergaba a retrasados, marginados, dementes y lunáticos, ya que no había una clara definición de lo que era una enfermedad mental.
En 1409, el padre valenciano Juan Gilabert Jofré, de camino hacia la catedral de Valencia quedó impresionado por el maltrato que unos muchachos propinaban a un loco y alzó su voz en favor de estos desfavorecidos, fundando el hospital de los Pobres Inocentes de Valencia ese mismo año y que más tarde se convertiría, bajo el reinado de Fernando el Católico, en el Hospital General de Valencia. Éste, al contrario que el de Londres, fue el primer manicomio del mundo no de mera reclusión de los enfermos, sino con algún tipo de tratamiento terapéutico de la época.
El hospital valenciano daba asistencia a 350 dementes y era atendido por nueve eclesiásticos, cuatro médicos, un cirujano y cincuenta hermanas de la caridad. Ya a finales del siglo XV el célebre viajero Jerónimo Münzer describió en su libro Viaje por España y Portugal sus impresiones sobre este centro psiquiátrico:
“Notable es la fundación destinada a recoger a los locos, a los melancólicos y a los estultos de uno y otro sexo. Vi muchos acogidos, entre ellos, cierto joven furioso, desnudo, encerrado en una jaula y sujeto con una cadena, Nuestros compañeros diéronle unas monedas para que rezara; pero él empezó a hacerlo en hebreo y a proferir sobre los cristianos las blasfemias que suelen los judíos, porque era hijo de un riquísimo converso, que desde niño le educó ocultamente en el judaísmo; pero descubierto el padre por la locura del hijo, fue quemado por ello”.