Los derechos laborales de las nodrizas
El trabajo de las nodrizas estuvo muy regulado durante la Edad Media. Los tribunales aplicaban severas penas a los señores que incumplían los acuerdos
La figura de la nodriza, dedicada a amamantar los hijos de otras, estuvo muy regulada en la sociedad medieval. Las mujeres que ejercían como tales eran de extracción social muy humilde, y solían vivir en lugares vecinos a la ciudad. Una vez aceptados sus servicios se firmaba un contrato con el señor de la casa.
Este pacto laboral establecía la duración del trabajo y su compensación económica. La fuerza del trato era tal que los tribunales aplicaban severas penas a quienes no lo cumplieran. Si la nodriza rompía el acuerdo sin el consentimiento de la familia, perdía su dinero, era azotada y expuesta al escarnio público.
Si, por el contrario, era la familia la que la despedía sin causa justificada, ésta se veía obligada a pagarle el dinero correspondiente a la duración total del contrato.
Los servicios de las nodrizas abundaban en las clases elevadas, ya que las mujeres de estos grupos sociales nunca amamantaban a sus hijos. En cambio, en las clases más humildes sólo se recurría a las nodrizas cuando la madre había muerto. En estos casos, los niños eran llevados a los hospitales, donde eran encomendados a una nodriza a sueldo, que amamantaría a la criatura en su domicilio hasta el destete.
Los Furs establecían que los moros no podían tener nodrizas cristianas, y se ha documentado la existencia de éstas, tanto judías como musulmanas. Los salarios que percibían por este tipo de trabajo eran más elevados que los del servicio doméstico.