Alfonso X, el Sabio

Alfonso X y Violante de Aragón - Cartulario de Tojos - Siglo XIII
Alfonso X y Violante de Aragón - Cartulario de Tojos - Siglo XIII
Alfonso X y Violante de Aragón - Cartulario de Tojos - Siglo XIIIAlfonso X el Sabio dictando el 'Libro de los Juegos'Jaume I, Cantigas de Santa MaríaEscena del tratado de Almizra, Campo de Mirra

Casado con Violante, primera hija de Jaume I, obtuvo una colaboración leal por parte de su suegro, tras unos iniciales conflictos fronterizos.

Alfonso X de Castilla, también conocido como el Sabio, fue un personaje de primer orden muy ligado a la ciudad de Alicante y al rey Jaume I. Nacido en Toledo en 1221, era hijo de Fernando III de Castilla y León, el Santo y de su primera mujer, Beatriz de Suabia, nieta de Federico II de Alemania.

En 1249 había contraído matrimonio con la primera hija de Jaume I, Violante y a los 31 años de edad, en 1252, se convirtió en rey. De su matrimonio con Violante nacieron diez hijos, nietos, por tanto, del monarca aragonés.

El primogénito y heredero de la corona castellana, Fernando de la Cerda, murió antes que su padre, y fue el segundo hijo, el futuro Sancho IV, el que acabó gobernando.

Alfonso X murió en Sevilla en 1284, a la edad de 63 años. Uno de los hechos que marcaron el desarrollo de su reinado fue el llamado “fecho del imperio” o reclamación que Alfonso X ejerció sobre los derechos de sucesión del sacro imperio Romano Germánico. Esta iniciativa le costó grandes sumas de dinero y una gran impopularidad entre nobles y súbditos.

Con el rey Jaume I tuvo un enfrentamiento inicial por temas fronterizos que culminó en los acuerdos del tratado de Almizra y, a partir de entonces, recibió ayuda leal por parte de su suegro en las situaciones de apuro con los moros. No en vano conquistó varias ciudades del sur de la frontera valenciana, Elche, Orihuela, Murcia, a beneficio de Castilla.

Alfonso X ha sido recordado, además, por su labor cultural, entre la que destaca la escritura en galaico-portugués, de las 420 Cantigas de Santa María. Compuestas para ser cantadas por los juglares y ricas en miniaturas de la época, se dividen en dos grupos: las líricas, «cantigas de loor», y las narrativas, que relatan piadosas leyendas marianas.

 

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