Gandia - Ruta de Gandía -

Castillo de Bairén

Antigua alquería musulmana que crece progresivamente como nucleo urbano tras la conquista cristiana del castillo de Bairén.

El núcleo de Gandía era una alquería musulmana que, tras la conquista cristiana del cercano castillo de Bairén, adquiere un mayor protagonismo. Como en numerosos lugares, la población decide instalarse en los llanos, más fértiles, que en los recintos fortificados. En 1323 Jaume II concede al infante Pedro de Ribagorza el señorío de la villa y su hijo, Alfonso el Viejo, recibe de Martín el Humano, en 1399, el título de ducado.

En 1423, al morir sin descendencia, el hijo de Alfonso el Viejo, pasa la propiedad del señorío a la corona. Fernando el Católico vende la propiedad al cardenal Rodrigo de Borja, que la cede a su hijo Pedro Luis, iniciando bajo los auspicios de esta familia un apogeo político y cultural de la ciudad. Tras la Guerra de las Germanías, Francisco de Borja se hace cargo del ducado tras la muerte de su padre. Con la expulsión de los moriscos, la ciudad pierde un tercio de la población de la que tarda casi un siglo y medio en recuperarse.

Durante esta época de decadencia, los duques abandonan su residencia para trasladarse a Madrid. En 1740 Luis Ignacio de Borja muere sin descendencia y el ducado pasa a manos de los Benavente y después de los Osuna.

La crónica de Jaume I

"Nos manifestó que agradecía nuestros ofrecimientos; pero que siendo tan bueno aquel castillo (el de Bairén), ya podíamos conocer que sería una villanía el entregarlo de buenas a primeras. -Pues si no queréis entregarlo luego, le dijimos, convengamos los dos en que nos lo entregaréis dentro de cierto plazo, y dadnos entretanto alguna garantía de que no faltaréis a lo prometido. -¿Qué garantía queréis? Repuso, -y a tales palabras, Nos le dijimos que queríamos a su hijo mayor, y además el nombre de dos sobrinos suyos, los cuales había de entregarnos aquel y sin tardanza; sobre lo cual nos suplicó que le otorgásemos un plazo para poderlo meditar".
(Crónica, cap. 308)

"Otro día por la mañana, vino de nuevo y nos hizo la siguiente respuesta: que no nos pesara si no consentía en entregarnos su hijo y sus sobrinos, pues en cambio él y veinte viejos de los mejores que pudiese haber entre los sarracenos que ocupaban el castillo, nos jurarían estar a lo tratado... dijímosle que teníamos por bueno el juramento ofrecido… y de consiguiente que nos introdujeran en la torre Albarrana, bajo la confianza de entregarnos luego la fortaleza; pero que en torno de aquella debía mandarnos fabricar una barbacana por los sarracenos".
(Crónica, cap. 309)

"Volvió por la noche, y dijo que otorgaba el convenio… expresando que dentro siete meses nos debía rendir el castillo, con la obligación por nuestra parte de darle tres caballos, de vestir a cincuenta hombres con ropas encarnadas de estambre fuerte, darle a él un traje de escarlata, a cada uno de sus sobrinos uno verde, y para los tres y su familia veinte yugadas de tierra, prometiéndole además no faltar en nada a lo convenido. Hecho esto, puso en nuestro poder la torre".
(Crónica, cap. 310)